El Pensamiento Romano: Entre Sabiduría y Corrupción

Maximus Funnus

¿Sabían que los romanos eran como los tíos prácticos del barrio? No les gustaba tanto la filosofía abstracta, preferían construir cosas. Y no me malinterpreten, construir un puente es genial, pero a veces necesitas un poquito de teoría, ¿no? Como cuando estás intentando entender por qué tu vida está en ruinas.

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Hablando de construir, los romanos se obsesionaron tanto con el Derecho que a veces me pregunto, ¿qué pasó con la justicia? El Derecho era como su nueva diosa, y en vez de plegarias, le ofrecían leyes y más leyes. Y si no seguías las leyes, te castigaban con más leyes. ¡Qué sistema, eh!

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Y si pensáis que la justicia era sencilla, os equivocáis. Tenían el Ius Civile para los ciudadanos, el Ius Gentium para los extranjeros, y el Ius Naturale para cuando no sabías bien qué era. ¡Como elegir entre pizza, sushi, y... bueno, no sé, algo que parece una mezcla de los dos!

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Pero si hay algo que me fascina de los romanos es el estoicismo. Séneca, Marco Aurelio, Cicerón... tipos que se dedicaban a ser buenos y a desapegarse de las cosas materiales. ¡Como si fuera fácil! ¿Alguna vez han intentado desapegarse de su teléfono? ¡Es más difícil que desapegarse de un gato!

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Y si pensáis que el estoicismo era solo para filósofos, os equivocáis. Los Padres de la Iglesia lo adoptaron y lo reinterpretaron. ¡Es como si los filósofos romanos les dieran las llaves de la moral y dijeran, '¡Buena suerte, chicos!' Y la Iglesia dijo, '¡Gracias! Ahora haremos que todo el mundo siga las reglas, incluso si no tienen sentido.'

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Pero Séneca, el filósofo estoico, tenía una visión pesimista de la política. Decía que el estado era un espacio de corrupción y despotismo. ¡Como si estuviera hablando de la política moderna! ¿Alguna vez han visto una noticia sobre un político que no se ha corrompido? ¡Eso es más raro que ver a un perro con un sombrero!

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Y Séneca decía que la verdadera contribución del hombre al bienestar social no venía de la política, sino de una vida ética y filosófica. ¡Como si dijera, 'No te metas en política, mejor date un paseo por el parque y piensa en la vida!' Eso es lo que yo hago los lunes, porque los lunes son como una pequeña muerte.

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Hablando de política, Roma tenía un sistema de gobierno mixto. Tenían cónsules, el Senado, y los Tribunos de la plebe. ¡Como una fiesta en la que todos quieren ser el DJ! Pero en lugar de música, tocaban leyes y decretos. ¡Y a veces la fiesta se salía de control, como cuando Julio César se declaró dictador vitalicio!

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Y si pensáis que el Senado era un lugar serio y respetable, os equivocáis. Era como un reality show en el que todos querían ser el más power. ¿Alguna vez han visto a un senador argumentar con otro? ¡Es como ver a dos gallos de pelea en una conferencia de prensa!

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Y hablando de corrupción, los romanos tenían su cuota. Si querías un buen puesto, tenías que sobornar a alguien. ¡Como si el sistema de castas se hubiera mezclado con el de la Mafia! ¿Alguna vez han intentado conseguir un trabajo sin sobornar a nadie? ¡Es más difícil que encontrar un tráfico ligero en Roma!

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Y la corrupción no era solo en el gobierno, también estaba en la sociedad. Los patricios tenían más derechos que los plebeyos, y los esclavos... bueno, los esclavos eran como los empleados de un mal jefe. ¡Como si el dueño del bar siempre te diera la peor mesa y la peor propina!

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Pero a pesar de todo, Roma tuvo sus héroes. Julio César, Augusto, Marco Aurelio... tipos que no solo gobernaban, sino que también eran filósofos. ¿Alguna vez han conocido a un político que sea filósofo? ¡Eso es más raro que ver a un político que no miente!

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Y si pensáis que ser emperador era todo lujo y glamour, os equivocáis. Augusto, por ejemplo, llevaba una vida muy austera. ¡Como si fuera el primo pobre de un millonario! Pero la gente lo adoraba porque, a diferencia de los otros políticos, no se llenaba los bolsillos con el dinero del pueblo.

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Y el estoicismo romano no solo influyó en la política, sino también en el cristianismo. Los Padres de la Iglesia adoptaron la idea de la dualidad de lealtades. ¡Como si dijeran, 'Sí, puedes ser leal al estado, pero si Dios te dice que no, mejor hazle caso a Él!' Eso es lo que yo hago cuando mi madre me dice que limpie mi habitación.

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Y la separación entre lo civil y lo religioso fue uno de los aportes más importantes del cristianismo. ¡Como si dijeran, 'No, la religión no tiene por qué estar subordinada al estado, gracias!' Eso es lo que yo digo cuando me piden que haga algo que no quiero.

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Y hablando de estructura, Roma tenía una administración complicada. Tenían ediles, censores, cuestores, pretores... ¡Como si fuera una oficina de gobierno en la que todos quieren ser el jefe, pero nadie quiere hacer el trabajo!

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Y si pensáis que la administración era eficiente, os equivocáis. A veces, tomar una decisión era como intentar que un montón de gatos caminen en fila. ¡Una locura total! Pero al final, Roma funcionaba, más o menos.

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Pero todo buen imperio tiene su fin. La caída de Roma fue como un gran desastre en cámara lenta. Gastos militares, fronteras permeables, y la división del imperio. ¡Como si una familia se peleara por quién tiene el control remoto, y al final todos pierden!

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Y si pensáis que la caída fue súbita, os equivocáis. Fue un proceso largo y doloroso, como si Roma se hubiera desinflado lentamente. Pero al final, la historia nos enseña que todo tiene un fin, incluso los imperios más grandes.

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Pero a pesar de la caída, la austeridad y la ética romanas han perdurado. Augusto, por ejemplo, llevaba una vida muy austera y promovía la virtud. ¡Como si fuera el santo laico del Imperio! Pero la ética no solo era para los emperadores, también era para el ciudadano común. ¡Como si dijeran, 'Sí, puedes ser pobre, pero tienes que ser honrado!'

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Y si pensáis que ser austero es fácil, os equivocáis. ¡Eso es como decir que no beber en una fiesta es divertido! Pero los romanos lo hacían, y eso es lo que los hizo grandes. O al menos, eso es lo que nos cuentan los libros de historia.

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Y la importancia del servicio público era un valor fundamental en Roma. Los políticos no solo gobernaban, sino que también servían. ¡Como si dijeran, 'Sí, somos políticos, pero también somos ciudadanos!' Eso es lo que yo digo cuando me ofrecen un café en la oficina, 'Sí, soy un comedian, pero también soy un humano.'

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Y si pensáis que el servicio público es algo del pasado, os equivocáis. Hoy en día, muchos políticos dicen que sirven al pueblo, pero a veces me pregunto, ¿realmente lo hacen? ¡Como si estuviéramos en un comercial de detergente y todos estuviéramos limpiando el mundo con nuestras buenas intenciones!